La ficha metodológica

Planteamiento, dimensiones y técnicas

En el marco del análisis de las facultades intelectuales, una serie de datos y ratios permiten evaluar cuantitativa y cualitativamente la inteligencia.

La valoración cuantitativa se basa en la síntesis determinada por la evaluación de varios aspectos: la rapidez asociativa (la velocidad de los procesos de percepción, asociación y síntesis, que en la dinámica del Test se traducen en las respuestas), la claridad de los vínculos asociativos, la productividad imaginativa, la capacidad creativa, la elasticidad mental y la riqueza de intereses, la relación entre la ambición y la capacidad de realizarla, la posibilidad de resolver nuevos problemas.

Para captar plenamente el contenido investigador del Test en toda su riqueza, hay que tener siempre presente que el objeto que estimula las interpretaciones está formado por manchas informes, de modo que para cada sujeto individual habrá respuestas únicas.

Por tanto, el test de Rorschach puede administrarse a cualquier edad (a partir de los dos años y medio) y a cualquier sujeto, independientemente de su origen social y/o cultural.

Las interpretaciones representan la realidad psicológica del individuo y permiten evaluaciones que designan una tipología diversa de estructuras intelectuales. Se pueden identificar y distinguir los siguientes tipos de inteligencia y aptitud:

La inteligencia teórica abstracta, basada en una agudeza perceptiva particular de los receptores a distancia (talento para la observación), permite al sujeto elaborar asociaciones abstractas; es la aptitud para el pensamiento teórico conceptual, el llamado lenguaje interior. La productividad intelectual sistemática es la actividad típica de este tipo de pensamiento.

La inteligencia práctica, relacionada con la realidad, se basa predominantemente en experiencias táctiles y cinestésicas, y es la capacidad de procesamiento motor y material en relación con el pensamiento práctico. La actividad de este tipo de inteligencia es la producción efectiva y concreta, el trabajo de construcción, por mucho que opere sobre un material perceptible. El pensamiento práctico está relacionado con los problemas más realistas de la vida cotidiana.

La inteligencia técnica tiene todas las características de la inteligencia práctica, y además desarrolla más habilidad constructiva y rigor lógico en el campo de la invención.

La actitud estética intuitiva se basa en una plasticidad especial de las representaciones de las que surge el pensamiento.

Estos tipos de actitudes, que se distinguen entre sí en el Test de Rorschach, recuerdan adecuadamente la clasificación en actitudes intelectuales (basadas en conceptos), actitudes materiales (basadas en hechos) y actitudes espirituales (basadas en representaciones).

En cuanto a la investigación de la esfera afectiva, la interpretación formal permite un análisis y una descripción detallados.

Esta evaluación puede abordar tanto los procesos afectivos más periféricos como los más profundos. Es decir, tanto sobre aquellos dinamismos que provocan comportamientos, en principio conscientes, que el sujeto manifiesta, de forma casi automática, ante estímulos externos; como sobre aquellos dinamismos que en parte escapan a la conciencia y pueden considerarse más primitivos por estar vinculados a los instintos.

Por tanto, es posible comprender el nivel de estabilidad o inestabilidad emocional, autocontrol, adaptación e inhibición.

Obtenemos información sobre la fuerza o debilidad de los sentimientos del sujeto, sobre la intemperancia o impetuosidad de sus expresiones afectivas, lo que nos permite conocer el grado de adaptación al entorno y a las relaciones interpersonales. El tipo de relaciones objetales constructivas o agresivas, el grado de seguridad o ansiedad, euforia o melancolía.

Lo que confiere fiabilidad al test de Rorschach es el hecho de que, en la experiencia de interpretar manchas no formadas, el sujeto reacciona afectivamente de forma auténtica, superando las barreras de control consciente. En otras palabras, las indicaciones de las resonancias afectivas del examinado no reflejan, como suele ocurrir en los cuestionarios, la imagen que éste tiene de su propia afectividad, sino su forma real de experimentar las emociones.